sábado, 12 de marzo de 2011

La P... crisis y sus consecuencias cotidianas

Cómo no iba a hablar de ella, si yo sé lo que es rascar el arroz pegado de la olla mientras los republicanos intentaban recuperar Madrid. Ahora en pleno retiro laboral remunerado, me toca otra vez rascar algo más actual que la olla, el envase de plástico dónde vienen  los macarrones a la boloñesa. ¡Qué invento tan útil!, me cuestan poco y me acercan al infarto de miocardio para irme antes de que suba 30cm el nivel del mar en Benidorm y tenga que dejar de veranear en la playa.


He detectado varios síntomas de nuestra amiga crisis en diferentes ámbitos. Cosas que asustarían a cualquiera. Una de ellas, la que ví en la calle hace poco.


Un chico en bici lleva esa bolsa del Mercadona colgando del manillar en la que vienen 2 baguettes para que salgan más económicas (aunque la segunda no te la comas y se ponga dura) y una mochila a reventar llena de su lista de la compra. Ahora que lo pienso… creo que es el pack que debería comprar una octogenaria como yo, una me la como entre el desayuno, la comida y la cena, y la segunda la llevo al día siguiente desmigajada al parque para dársela a los pajaritos.


En fin, continúo. Estábamos con el chico de la bici. En plena peripecia para mantener el equilibrio, de pronto, el fondo de la bolsa de plástico que contenía el pan, se rompe y cae una barra al suelo lleno de mugre, de chicles pegados y  antiguos gapos mañaneros de algún obrero de la construcción antes del pinchazo de la burbuja inmobiliaria.


Stop. Momento Matrix. Visualizad la barra suspendida en el aire, haced un giro súper sónico alrededor de ella mientras aparecen un montón de numeritos color MSDos detrás vuestro.


En este momento ¿qué habríais hecho vosotros? Coger la barra con dos deditos, abrir las aletas de la nariz con gesto de asco, e introducirla en una papelera o símil ¿Verdad? Bien. En estos tiempos que corren el chico pensó :”… mira, con lo que me ha costado ir al súper, asumir que soy uno de los tropecientos mil  parados que hay en España, soportar la humillación de volver a casa de mis padres y ver como mi madre se empeña en seguir urgando el cajón de la ropa interior para encontrar hachís; y descubrir que esta vez  no lo hace para echarme la bronca, sino para fumárselo porque no puede aguantar a mi padre todos los días en casa desde que le despidieron, además de no hacer más que presentar mi candidatura en InfoJobs para cajero de una papelería, camarero de bar y azafato de Pescanova teniendo una licenciatura y un Máster, voy a dejar yo una barra de pan con tanto condimento, morir en un contenedor para que venga el perro flauta de turno y se la coma…” Así que la cogió con cara de “estamos en crisis, tengo argumentos para hacerlo”  se la metió debajo del brazo y me imagino que se haría unas tostadas riquísimas para el desayuno…..


Hay que emigrar señores….

viernes, 10 de septiembre de 2010

¿Dónde está Wally?....porque yo no lo encuentro.


Era un tarde soleada, de esas en las que brilla el sol, los pajaritos cantan, las nubes se levantan y cuando menos te lo esperas estás en un anuncio de compresas. Iba con mi súper bici, intentando buscar algún aroma floral en mitad de Passeig de Gràcia.

El marco era ideal, y mi estilismo también: bici antigua, con una cestita delante, mi pelo al viento, camiseta de rayas azul marino, leggins del mismo color, y zapatos rojos. La armonía era tal que pensé que nada podría romper esta aureola de belleza estética y sensorial. Nadie. Esto era insuperable, ni un anuncio de Donuts habría logrado algo parecido. Eso creía yo, que soy una gran creyente, una devota de lo imposible y a veces tengo tanta fe que pienso que los hombres pueden empezar el tubo de pasta de dientes apretando desde abajo y no desde dónde sale la pasta. Pero ayer me di cuenta de que no, que cuando todavía creía a los 9 años que los Reyes magos me habían traído el Moldeanova en camello, sólo se trataba de un espejismo de aquel desierto dónde no se encontraban mis ganas de dar paso a la madurez.

Ahí estaba él, bueno, más bien ella, con menos estilo aún que una verdulera auténtica de verdulería. Gritándome -¡ Wally quita de en medio que te vamos a atropellar!!!-. Cuando él hablaba de vamos en plural, se refería a su amiga Mari Liendres, generalmente suelen ser feas y la única manera que tienen de estar cerca del genero masculino es yendo al taller de coches o rodeándose de mariconas pretenciosas que ambicionan un desayuno en Plutón o con un Putón, ya no lo sé, pero éste era un caso claro.

Cuando me di la vuelta para dedicarles mi encantadora mirada de odio, osó a repetirme la misma frase con un tono todavía más repelente, así que ni corta ni perezosa le dije tranquilamente :

Mira loca ignorante,

1. Es una pena que no prestaras atención cuando estabas delante de uno de los maravillosos libros de Wally porque te imaginabas cómo sería la polla de tu profesor de gimnasia, ya que Wally llevaba una camiseta de rayas rojas y no azul marino

2. Como no creo que sea el único agujero mental que tengas, probablemente tampoco sepas que una bici tiene el mismo derecho a ir por la calzada que tu amiga conductora de la que te aprovechas, porque dado el espacio inutilizado que hay en tu cabeza no creo que te hayas sacado ni el carné de conducir carritos del Carrefour.

Y 3, es mejor que tomes Viagra justo antes del coito y no cuando vas en un coche encerrado con una lesbiana, porque te hace gritar tonterías como lo estás haciendo en estos momentos a las 6 de la tarde. A no ser que te guste hacer el ridículo.

Dicho esto, me di la vuelta y continué intentando recomponer mi idílica tarde de verano post-vacacional para recuperar la alegría de vivir...